INTRODUCCION
El alcohol, del
árabe alkuhi (esencia o espíritu) es la droga más consumida en el mundo. Su utilización
por el hombre, en forma de brebaje, se supone que data de los albores de la humanidad.
La ingestión inicial vinculada con actividades religiosas dio paso a su consumo
colectivo. Desde entonces se distinguieron dos grandes categorías de
consumidores, aquellos que beben dentro de las normas sociales de
responsabilidad y los que, desafortunadamente pierden el control y se
convierten en bebedores irresponsables.
Las definiciones
empleadas en la actualidad bajo el término alcoholismo, no se apartan de la que
hizo Magnus Huss en 1849. Una de las aceptadas internacionalmente es la
propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1976, con el término
"síndrome de dependencia del alcohol (SDA)" descrito como un
trastorno de conducta crónico, manifestado por un estado psíquico y físico, que
conduce compulsivamente a ingestas excesivas de alcohol con respecto a las
normas sociales y dietéticas de la comunidad, de manera repetida, continua o
periódica con objeto de experimentar efectos psíquicos y que acaban
interfiriendo en la salud y en las funciones económicas y sociales del bebedor.
Esta concepción
terminológica sirve de base, desde el punto de vista médico, a dos sistemas diagnósticos
empleados casi en paralelos; en Europa son más aceptados los de la OMS (Décima
Edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades-CIE-10-1982) mientras
que en Norteamérica los plasmados en el Manual de Diagnóstico y Estadística
(DSM IV 1994). La CIE-10 define el sistema de dependencia alcohólica como un
trastorno, no una enfermedad, mientras que el DSM IV plantea que la dependencia
a sustancias psicoactivas, extensivo al alcohol, es un patrón desadaptativo de
consumo que conlleva a un deterioro o malestar clínicamente significativo. Los
principales criterios empleados en ambas son: el excesivo consumo de alcohol,
la repercusión física y psíquica que produce y los conflictos psicosociales, legales,
laborales y familiares que crea. Más adelante se exponen algunos de los
criterios más empleados en el manejo de esta enfermedad. Para el pesquisaje
masivo y clasificación de los alcohólicos se utilizan cuestionarios
establecidos mundialmente (Cuestionarios de Identificaciones Diagnósticas
(CID), el CAGE, entre otros) cuyos resultados se aproximan con bastante
exactitud a la realidad. Una regla de oro que no debe ser jamás olvidada es que
una vez establecido el comportamiento ante consumo dañino o dependencia, el
objetivo de la intervención médica es lograr la abstinencia total definitiva,
ya que una vez alcohólico, siempre se es alcohólico.
Es una enfermedad
que causa dependencia y que se puede adquirir por varias vías. Se ha sugerido
que resultan factores de riesgo de alcoholismo la soltería, los trastornos
nerviosos, la subescolarización y sobre todo los conflictos matrimoniales y en
las relaciones sociales. Se ha señalado entre las principales motivaciones del
alcoholismo en este medio la influencia de amistades y familiares, ambiente
festivo y problemas de la pareja o del entorno, sobre todo en la actividad
laboral. Se atribuyen a la habituación alcohólica causas relacionadas con el
estrés, que provocan alteraciones en la relación social, familiar y económica
de los sujetos expuestos a este riesgo, asociado con trastornos de la
personalidad, rechazo al medio, evasión de conflictos, inmadurez emocional.
Por su gran
importancia muchos países dedican cuantiosos recursos humanos y financieros al manejo
de esta toxicomanía y en las investigaciones para dar solución a este mal.
I.
ALCOHOLISMO Y
SOCIEDAD EN LA ACTUALIDAD
El consumo
excesivo de alcohol es una de las causas más frecuentes de transgresiones
sociales como violaciones y riñas, práctica de sexo sin medios de protección,
abandono familiar y laboral. Se vincula mundialmente con el 50 % de las muertes
ocurridas en accidentes de tránsito y el 30 % de los homicidios y arrestos
policiales. Reduce de 10 a 15 años la expectativa de vida y determina el 30 %
de las admisiones psiquiátricas y el 8 % de los ingresos por psicosis. También
se ha responsabilizado con casi la mitad de los condenados por faltas y delitos
tan graves como asesinatos. En este medio se relaciona con la tercera parte de
los hechos delictivos y violentos y entre el 20 y el 25 % de las muertes por
accidentes.
Los alcohólicos
tienen, como grupo social, uno de los porcentajes más altos de separación
matrimonial y de divorcio. Sin embargo, en estudios realizados en el país se ha
encontrado que alrededor de la mitad de las personas que ingieren bebidas
alcohólicas logran mantener vínculo marital por mucho tiempo.
Muchos autores
han estudiado la dinámica familiar en el hogar de procedencia del alcohólico y
señalan su coincidencia con la llamada "crisis familiares no
transitorias" (divorcio, enfermedades crónicas o muerte en uno o ambos
padres, hostilidad excesiva, violencia doméstica, pérdida de la estimación
hacia el bebedor, descuido de los hijos, situaciones judiciales, actos deshonrosos,
malas relaciones interpersonales, entre otras).
Esta situación se
considera que condiciona un trastorno del aprendizaje en una población
específica de niños que se ha denominado "niños con incapacidad para
aprender" con inteligencia normal, que no presentan el perfil
característico de retraso mental y en los que se invocan un déficit
cognoscitivo específico para el aprendizaje. Los resultados de otros autores
muestran que no existen diferencias significativas entre los controles y los
niños de alcohólicos severos y antisociales o de alcohólicos deprimidos o de
familia con historia positiva de alcoholismo.
Por esta razón,
concluyen que el desarrollo mental global no está asociado con el alcoholismo
en los padres. Esto eleva la posibilidad de que los problemas posteriores en
estas áreas puedan reflejar procesos cognitivos más específicos o el impacto de
problemas conductuales y familiares entre esos niños.
II.
DEFINICION DE
ALCOHOLISMO
El alcoholismo es
una enfermedad crónica y progresiva que deriva de la ingestión excesiva y no
controlada de alcohol, el cual se encuentra en todas las bebidas alcohólicas en
mayor o menor grado. El alcoholismo es un problema que tiene poco que ver con
el tipo de alcohol que se consume, cuánto tiempo se ha estado bebiendo, o la
cantidad exacta de alcohol que se consume. Sin embargo, el alcoholismo tiene
mucho que ver con la necesidad incontrolable de beber de la persona. Poco a
poco, el alcohol se convierte en una droga para la persona que bebe, que sirve
para cambiar el estado de ánimo, más que una bebida que se toma como parte de
una costumbre social, ya que se suele empezar a consumir con otras personas. En
un principio, la persona muestra mucha tolerancia al alcohol, en algunas
ocasiones parece que no le afectara. Pero luego el bebedor empieza a tomar a
pesar de sí mismo, y el embriagarse se vuelve lo más importante, hasta que la
persona pierde el control sobre la bebida y no sabe cuánto va a tomar. Es aquí
donde el alcohol es ya una adicción y la persona siente que no puede dejar de
beber, esta adicción es el alcoholismo.[1]
III.
TIPOS DE
ALCOHOLISMO
El fenómeno del
alcoholismo se caracteriza por su inmensa variedad. Las diferencias entre
alcohólicos son tan importantes que resulta difícil definir una experiencia
alcohólica única, pues hay alcohólicos de todas las edades, razas, sexos,
profesiones, niveles de inteligencia, estados de salud mental y niveles económicos;
y contrariamente a la opinión popular, no todos los alcohólicos beben de la
misma manera ni sus vidas tienen las características comunes (Wallace, 1989).
Jellinek 1960
estableció una tipología de los alcoholismos, dividiéndolos en cinco tipos y
nombrándolos con las primeras letras del alfabeto griego: Alfa, Beta, Gamma,
Delta, Epsilón, basándose en los criterios de pérdida de control e incapacidad
de abstenerse. Más tarde opta por una concepción más general del alcoholismo,
donde los alcohólicos de la forma Gamma y Delta estarán agrupados dentro de la
categoría de “alcohólicos adictos” y los de la forma Alfa y Beta en la
categorización de “bebedores excesivos sintomáticos y habituales” precisando
que el concepto de enfermedad se aplica solo a los adictos al alcohol. Tal
tipología se describe como sigue:
Ø Alcoholismo Alfa:
Representa
una dependencia del alcohol puramente psicológica, no hay signos de proceso
progresivo ni disturbios debido a la suspensión del alcohol. Este bebedor es
indisciplinado, pues va contra las reglas de la sociedad sobre el tiempo,
ocasión, local, cantidad y efectos de la bebida, pero no está sujeto todavía pérdida
de control ni a la capacidad de abstención.
Ø Alcoholismo Beta:
Se
caracteriza por las complicaciones alcohólicas como gastritis, cirrosis
hepática y otras, que ocurren sin existir dependencia física o psicológica para
el alcohol. El incentivo para ingerir las fuertes cantidades de alcohol que
conducen a tales complicaciones puede ser la costumbre de un cierto grupo
social en cooperación con los hábitos alimentarios deficientes. No hay síntomas
de abstinencia.
Ø Alcoholismo Gamma:
En
este alcoholismo existe dependencia psíquica y física considerable en tanto
que, los factores socio- culturales y laborales quedan relegados, la pérdida de
control es manifiesta; en primer plano destaca la dependencia psíquica con la
ulterior tolerancia progresiva que cursa con la dependencia física. Denota una
notable tendencia a la progresión y lleva a complicaciones físicas, psíquicas y
socio – económicas.
Ø Alcoholismos Delta:
Implica
las tres primeras características del alcoholismo gamma y en vez de la falta de
control hay incapacidad de abstenerse. En este alcoholismo desempeñan un papel
importante y principal los factores socio – culturales y socio – económicos,
los factores psicológicos quedarían en segundo plano, su conducta se
caracteriza por la ingesta regular en grandes cantidades (cuyo total se suele mantener
uniforme) repartidas a lo largo de todo el día, es incapaz de abstenerse, en
cuanto al control acerca de su consumo aunque puede mantenerse durante un
tiempo relativo, en consecuencia, destaca aquí la dependencia física, a
desarrollarse la psíquica relativamente tarde. También la tendencia a la
progresión es alta, las secuelas psíquicas y somáticas son tan notorias como
las socio – económicas, este tipo de alcohólicos se encontraría sobre todo en
las culturas tolerantes para el consumo de alcohol (como en la nuestra).
Ø Alcoholismo Epsilón:
Caracterizado
por ingestas episódicas o la llamada también dipsomanía, el bebedor no bebe
todos los días, sino que coge grandes borracheras de forma imprevisible. Es
importante señalar que el alcoholismo alpha se convierte a veces en alcoholismo
gamma; y el beta puede pasar a ser un alcoholismo delta, explicado por la
tendencia de la enfermedad de ser progresiva.
3.1 TIPOS DE BEBEDOR
Alonso
Fernández (1981) sustituyen el término de alcoholismo por el “alcohol
dependencia”, dada la importancia que tiene el fenómeno de la dependencia en la
enfermedad alcohólica.
La
alcohol dependencia consistiría en el difícilmente controlable impulso de
consumir alcohol para embriagarse o al menos para experimentar una euforia o
una exaltación desinhibidora, el fenómeno primario y originario no es la falta
de control sino el impulso de embriaguez completo o atenuado; si el impulso de
embriaguez esta en ese momento anulado o reducido el sujeto alcoholómano puede
beber moderadamente, es decir, de acuerdo al impulso estará dirigido a
experimentar una embriaguez o simplemente una desinhibición; y, la forma como
se presente el impulso dependerá del momento en que se halle la constelación de
factores psico – sociales que asume el papel básico en la determinación de la
alcohol dependencia así, primero se presenta el impulso de embriaguez y luego
la falta de control.
Por
otro lado, Alonso Fernández considera tres tipos de bebedores alcohólicos, la
diferencia entre ellos se encuentra en el vínculo morboso que liga al sujeto
con el alcohol, a la configuración de la vivencia alcohólica y, al modo de
beber, cada uno de ellos se debe a factores etiológicos distintos teniendo la
característica común de transformarse al cabo de varios años en el cuarto tipo
de bebedores alcohólicos; el bebedor alcoholizado; a su vez, estos tipos dados
por Alonso Fernández coinciden con los de Jellinek pero conservando
particularidades encontradas por su autor.
Tenemos:
Ø El Bebedor Enfermo Psíquico (Alcoholismo Alfa):
Es
aquel que se entrega a la bebida con el objeto de modificar vivencias y
tensiones emocionales producidas por una enfermedad psíquica, no se atiene en
su forma de beber a una pauta uniforme, seria un modo de beber mixto,
alternante entre la moderación y la embriaguez. La enfermedad psíquica referida
a trastornos afectivos, especialmente depresivos o maniacos, paranoides,
distimias psicopáticas, deficiencia mental y epilepsias.
Ø El Bebedor alcoholizado o bebedor excesivo regular
(Alcoholismo Beta):
Caracterizado por
entregarse con una frecuencia irregular a la bebida alcohólica hasta casi no
poder más por encontrarse en estado de embriaguez.
Ø El Bebedor Alcoholómano (Alcoholismo Gamma):
Definiendo
la alcoholomanía como el impulso psíquico primario que conduce de modo
intermitente a conquistar vivencias de liberación mediante la ingesta de
alcohol, esta definición se refiere a tres aspectos complementarios de la
alcoholomanía: el modo de establecerse (no es un fenómeno estable sino de
aparición intermitente obedeciendo a factores personales o ambientales que
ejercen influencia activadora sobre la personalidad pre – alcoholómana), la
manifestación externa (embriaguez repetida o entrega irregular a la bebida
hasta no poder mas) y, la significación biográfica (generalmente de aparición
precoz, sus primeras manifestaciones durante la infancia o la adolescencia). Hay
el impulso a la embriaguez pero aun no la falta de control.
Ø El Bebedor Excesivo Regular (Alcoholismo Delta):
Quienes
van raramente al psiquiatra a causa de sus trastornos psíquicos y sociales y;
raramente se adscriben a Alcohólicos Anónimos.
Ø El Bebedor Episódico (Alcoholismo Epsilón):
La
dipsomanía, que en el sistema de Alonso Fernández figura como la subforma
periódica del bebedor enfermo psíquico; toma esporádicamente, luego de varios
meses, durante varios días o semanas y luego regresa a la sobriedad por un
periodo largo que puede durar de meses a años.
Feuerlein
(1982) tipifica a los bebedores en:
a)
Bebedor Conflictivo: Coincidiendo con el alcoholismo Alfa.
b)
Bebedor Ocasional o Inducido: Coincidiendo con el alcoholismo Beta.
c)
Bebedor Toxicómano del alcohol: Coincidiendo con el alcoholismo Gamma.
d)
Bebedor Habitual: Coincidente con el alcoholismo Delta.
Como
podemos ver, de todo lo expuesto en esta parte, se extraen dos situaciones
importantes.
1. No
hay acuerdo o consenso en las definiciones, la mayoría enfoca el problema desde
una sola óptica y algunos lo hacen de manera integral.
2. La
mayor parte de las calificaciones se basan en la tipología de Jellinek que
tiene amplia aceptación y vigencia.
IV.
FASES DEL
ALCOHOLISMO
Tradicionalmente,
el alcoholismo ha sido considerado como un trastorno progresivo, con aparición sucesiva
de distintos síntomas, manifestaciones y complicaciones a medida que la ingesta
excesiva de alcohol aumenta; reflejando así un deterioro progresivo en aspectos
psicológicos, sociales, fisiológicos.
Jellinek en 1952
dividió el curso de alcoholismo en cuatro fases (Wallace, 1989, Belloch, Sandin
y Ramos, 1995):
4.1.
Fase I o Fase
Pre-alcohólica
En
esta fase la ingesta de alcohol va progresando de una actividad social y
agradable a una forma de aliviar las tensiones y el estrés de la vida diaria.
El uso continuado de la bebida lleva a un aumento gradual de la tolerancia
física al alcohol, y la persona necesita beber cada vez más y con mayor
frecuencia para conseguir los mismos efectos tranquilizantes del alcohol.
4.2.
Fase II o Fase
Alcohólica Temprana
Comienza
con episodios cortos de amnesia, durante o después de la borrachera. Los
síntomas de abstinencia empiezan a aparecer y el sujeto inicia cada vez más
temprano la ingesta de alcohol.
El
bebedor empieza a preocuparse por la bebida y por las situaciones que provoca
su conducta, se siente avergonzado y empieza a beber a escondidas para evitar
la crítica social; así mismo se muestra muy defensivo y hace todo lo posible
por negar, a sí mismo y a los demás, sus problemas con el alcohol.
4.3.
Fase III o Fase
Crucial
Empieza
cuando en el sujeto aparece el fenómeno de la pérdida del control sobre la
bebida, la dependencia física es evidente, el sujeto que llega a esta fase se
ha convertido en un adicto al alcohol.
En
esta fase son característicos los conflictos matrimoniales, separación y
divorcio, la pérdida del trabajo, problemas de relaciones personales y aumento
de la agresividad. El individuo es capaz de arriesgar todo lo que ha conseguido
a lo largo de su vida para seguir bebiendo.
4.4.
Fase IV o Fase
Crónica
Supone
la derrota total ante el alcohol y se caracteriza porque el sujeto pude
permanecer ebrio durante una semana o más. El sujeto vive para beber. Hay
presencia de lesiones en el hígado y cerebro, que junto a la desnutrición y
déficit vitamínicos derivados por el cuidado personal, pueden finalmente abocar
al como etílico y a la muerte del sujeto.
Ahora
bien, no todo sigue un proceso progresivo coincidente con las cuatro fases
mencionadas, pues hay muchas distintas formas de desarrollar la dependencia
alcohólica. Tampoco todo alcohólico invariablemente culmina el proceso hasta el
completo deterioro, algunos logran moderar su consumo de forma que no
desestructuran su entorno familiar y social; esto es particularmente posible en
las fases tempranas de la dependencia al alcohol (Rosenberg 1993).[2]
V.
Causas del alcoholismo
5.1.
Factores internos
Ø La herencia.
La inclinación porque su influencia es frecuentemente
sostenida y todavía no se ha dado pruebas para prescindir de ella, más puede
suceder, como se explicará en la parte criminológica que se deba hallar
principalmente de influencias congénitas ambientales, por ejemplo: un niño
nacido en un hogar de alcohólicos se encuentra desde pequeño en condiciones
adversas para llegar a desarrollarse normalmente desde el punto de vista
corporal y psíquico.
Ø El Biotipo.
Las investigaciones hechas en base a la biotipología han
llegado a conclusiones imprecisas, por lo tanto aquellos que tienen
características temperamentales, creemos que ha hay escasas posibilidades de
afirmar que existe estrecha relación entre constitución biotipológicas en
inclinación hacia el alcoholismo peor si existe mucha diferencia cuando la
estudiamos en forma individual por ejemplo.
- La
esquizotimico. Hay prevalencia de causas internas según su propia psicología
(descontento con el mundo y de la vida, angustia, deseo de huir del mundo,
etc.)
- Los
ciclotímicos. En ellos suelen prevalecer las ambientales (imitación, mal
ejemplo familiar, etc.)
Ø Enfermedades mentales o de otro género.
Esto
nos demuestra que el alcohol produce efecto mucho más profundos y duraderos en
el individuo predispuesto por alguna enfermedad, sobre todo mental, en muchos
casos las enfermedades son causas del alcoholismo y no su causa, esto nos
conduce de que el alcohólico no deje de beber pese a que sufre penosas
consecuencia, como la pérdida de trabajo, del prestigio, tormentos físicos y
otras miserias.
Ø Deseo de huir de situaciones dolorosas de la vida.
Y
consiguientemente, de buscar en ciertos medios, como el alcohol y los
estupefacientes, un remedio para dolores físicos y psíquicos.
Ø Por ansia de mayor felicidad.
Por
anhelo de placeres nuevos motivos estos que se encuentran no solo en las
personas pobres o enfermas, sino que en personas de cultura refinadas y buena
posición económica, al individuo que está cansado de la vida y que busca por
todas partes la excitación de sensaciones nuevas, por ejemplo en la forma más
aberrada en la excitación sexual.
Ø Transformación no advertida del bebedor en alcohólico.
Sucede
a menudo que una pequeña dosis de alcohol concluye por crear un hábito del que
luego resulta imposible librarse y que exige siempre más para ser satisfecho,
aquí lo único evidente es que uno no llega a saberlo, ni quererlo, al lado de
estos factores individuales, existen otras causas prevalentemente externas.
5.2.
Factores externos
Ø La temperatura
Sobre todo extremada, tanto el frío como el calor
excesivo facilitan la asimilación del alcohol.
Ø El ambiente familiar
La imitación tiene carácter más acentuado, en muchos
hogares en que los padres son alcohólicos, los hijos también lo sean y no por
supuesta transmisión hereditaria sino por fuerza de la imitación.
Ø La situación económica
Se puede hallar alcohólicos en todas las categorías
económicas en número y calidad, los pobres para huir de las amarguras de la
miseria a través de la embriaguez, entre los ricos existe un buen porcentaje de
alcohólicos por razones ya expuestas.
Ø La moda
Es otra forma de imitación de base más extendida, esto
demuestra como el alcoholismo se va haciendo más común a través de costumbres
sociales, está demostrado también que a raíz de la igualdad de los sexos, hubo
un aumento desmesurado de éste vicio entre las mujeres.
5.3.
Consumo en niños
Hoy
en día en nuestro país niños de entre siete y doce años de edad ya beben licor,
muchas veces inducidos por sus propios padres, casi siete millones de niños
viven en hogares con al menos un padre alcohólico. Los niños de padres
alcohólicos tienden responder peor que otros académicamente, tener una
incidencia mayor de depresión, ansiedad y estrés y tener autoestima inferior
que otros niños. La edad promedio de inicio del uso de drogas en el país es de
8.8 años. Los niños de padres alcohólicos tienen cuatro veces mayor
probabilidad de ser alcohólicos que otros niños.
5.4.
Consumo en adolescentes
La
adolescencia abarca el periodo entre los 10-19 años de edad. En Lima
Metropolitana, los adolescentes constituyen 21,6% de la población total, lo que
tiende al incremento, sobre todo en las áreas urbanas.
Lima
se encontró que la incidencia del consumo de alcohol en adolescentes de 12 a 17
años, esto es, en las edades del nivel secundario, es de 43,4% en el último
año. Entre los factores de riesgo tenemos los de tipo individual, familiar y
los sociales, entre ellos: presión de grupo de parte de sus “pares”, no tener a
quién recurrir en caso de crisis, ausencia de alguno de los padres.[3]
A. ¿Por que beben lo adolescentes?
En el
ámbito global, es importante tener en cuenta que ha habido un cambio
considerable en las costumbres sociales que favorecen de alguna manera el
consumo de alcohol. Por un lado, se tiende hacia las Macro sociedades, donde
cada vez se da más una pérdida de valores, y por otro los/as adolescentes
tienen hoy una mayor independencia económica en líneas generales, que les
permite entrar de lleno en la Sociedad de consumo. En definitiva, podríamos
decir que tanto el alcohol como otras drogas, están en nuestra Sociedad porque
cumplen determinadas funciones, entre las que están, la de servir de elemento
de integración para unos/as jóvenes y de evasión para otros/as.
Esta
situación se da debido a una serie de variables, como crisis de valores,
violencia intrafamiliar, además de una serie de cambios que vive el adolescente
como crisis de identidad, conformación de grupos, cuestionamiento de la
autoridad, desarraigo de los padres y búsqueda de ideales, entre otros, los
cuales conducen al adolescente a actuar inadecuadamente, apropiándose de
modelos que lo perjudican, por lo cual, se presentan altibajos por el estado de
confusión que viven, conduciéndolos al alcohol, como medio de evasión de sus
problemas, pensando que con este se encuentra la solución, sin darse cuenta que
se está convirtiendo en un adicto.
Según
la O.M.S. cada año crece el número de adolescentes que consumen bebidas alcohólicas
en el mundo entero.
Para
los adolescentes el alcohol es como una quitapenas que permitirían esquivar los
limites que la realidad impone y acceder a un mundo que ofrecería mejores
condiciones y sensaciones. A partir de aquí podríamos constatar que la mayoría
de los/as adolescentes no solo beben por placer, sino, por otras múltiples
razones que se podrían agrupar en dos procesos:
1. La
búsqueda de efectos agradables. El encontrarse a gusto, búsqueda de una mayor
capacidad de relación, etc.
2. Elementos de presión social, el bombardeo de la
publicidad y la oferta, etc.
Para
cada uno de estos procesos existen una serie de factores que podríamos diferenciar
en:
Ø De tipo Social
La
dificultad de asumir algunas realidades cotidianas.- La adolescencia es un
momento particularmente vulnerable en la vida de una persona, por ser el
momento de transición entre la perdida de los padres como educadores
principales y la búsqueda o el encuentro de otras nuevas figuras, deseos y
sensaciones. A todo esto se suma enfrentamiento con un mundo que cada vez se les
va haciendo más complejo. El papel que
hace del alcohol compañía habitual en las relaciones sociales. Las evidencias
sugieren que el hecho de que los compañeros de un adolescente consuman alcohol
es un sólido indicador de que él o ella beberán alcohol. La publicidad,
dirigida de una manera especialmente agresiva a los jóvenes. La aceleración del
ritmo de vida.
Ø De tipo Familiar
El
consumo de alcohol dentro de la familia es siempre referencia para los/as
adolescentes y afecta sobre todo en el adelanto de la edad del consumo por
parte de estos. Los adolescentes beben menos y tienen menos problemas
relacionados con el alcohol cuando los padres aplican una disciplina uniforme y
expresan sus expectativas claramente Los hijos de padres alcohólicos tienen más
probabilidades de empezar a tomar durante su adolescencia y a desarrollar
desórdenes de uso de alcohol.
Las
investigaciones más recientes sugieren que hay menos probabilidades de que los
niños beban alcohol si los padres forman parte de sus vidas y participan en sus
actividades y cuando tanto los niños como los padres indican que tienen una
relación estrecha. Los jóvenes cuyas familias tienen ya un historial de abuso
de alcohol, están en "mayor riesgo" que otros para desarrollar
problemas relacionados con el alcohol puesto que al ver a sus padres y/o demás
familiares, se acostumbran y creen que el consumir bebidas embriagantes es un
buen habito característico de los adultos.
Ø De tipo Grupal
Normalmente
se bebe en grupo para divertirse y ser aceptado, y en alguna medida para mantener
una relación grupal.
Ø De tipo Individual
Problemas de socialización.
Dependencia afectiva.
Problemas de personalidad.
Iniciación
sexual: es posible que en nuestra cultura actual el alcohol juega algún papel
en este sentido para los adolescentes en tanto se es grande por estar tomando
alcohol o por estar borracho. Por otra parte el alcohol suelta la lengua y da
ánimos para encarar el juego de seducción inicial.
Otras
veces se acude al alcohol por curiosidad, por el afán de experimentar, de
conocer aquello de lo que se habla y que tan peligroso parece. También para
facilitar el contacto y la comunicación en las relaciones sexuales, pero por el
contrario, esto no solo no lo facilita, sino que lo dificulta y aporta efectos
contrarios a los buscados. Otra de las formas de acercarse al alcohol por parte
de los adolescentes es para participar de la sociedad de los adultos, cuyas
actitudes se toman como referencia en numerosas situaciones cotidianas.
Otras
literaturas plantean que en el caso de la adolescencia, muchas veces se niega
sufrir alcoholismo puesto que no se bebe entre semana, sin embargo,
sobrepasarse todos los fines de semana y comenzar a depender de ese hábito
conlleva también un tipo de alcoholismo, ya que crea dependencia y adicción
hacia ese tipo de bebida.
Generalmente,
las personas que acaban dependiendo, poco a poco empiezan a beber también entre
semana, y sin ningún motivo aparente o buscando los motivos donde no los hay.
Muchas
veces inciden los problemas familiares (malas relaciones dentro de la familia),
sociales (necesidad de pertenecer a un grupo de iguales), escolares (problemas
en la escuela que me llevan a beber para olvidar)... en la existencia del
alcoholismo.
Los
adolescentes beben alcohol para tener una excusa para involucrarse en conductas
no aceptadas socialmente y poder echarle la culpa al alcohol, así por ejemplo,
si alguno hace algo que pueda ser percibido como infantil, agresivo o peligroso
y que pudiera tener una respuesta negativa de sus compañeros, tiene un
pretexto, algo a que atribuir la conducta inaceptable. En estos casos, el
alcohol es usado como una carta abierta para hacer lo que a uno le plazca.
Generalmente,
el adolescente tiene dificultades en saber cuál es su límite, y pocas veces
tiene conciencia de cuando tiene que parar de beber. Con el tiempo, la forma de
beber de los adolescentes ha cambiado considerablemente. Los jóvenes consumen
alcohol intermitentemente y sin apenas diferencia en los sexos, la mujer ha
alcanzado al varón. Se bebe mas los fines de semana y las bebidas preferidas
por los adolescentes son la cerveza, las bebidas destiladas y los combinados.
Se busca una rápida intoxicación y se ocupa casi la totalidad del tiempo libre
en beber. Incluso el alcohol está presente en otro tipo de actividades que
podrían ser susceptibles de ser en cierto modo alternativas al consumo, como
por ejemplo en excursiones y acampadas, celebraciones deportivas, etc. El
consumo se da en todas las capas de la sociedad.
La
accesibilidad de los jóvenes a las bebidas alcohólicas es cada vez mayor, a
pesar de las prohibiciones impuestas de su venta a menores. La edad media de
inicio en el consumo de alcohol entre los escolares, según los datos de la
Encuesta sobre Drogas a la Población Escolar 1998 (Delegación del Gobierno para
el Plan Nacional sobre Drogas), es de 13.6 años, y la edad media de inicio de
consumo semanal se sitúa en los 14.9 años, según esta fuente las chicas
registran mayor prevalencia de consumo de alcohol, aunque en cantidades
menores. El 84.2% de los escolares ha consumido alcohol en alguna ocasión y el
43.9% consume al menos una vez a la semana. En cuanto a los episodios de
embriaguez el 41% de los escolares se han emborrachado en alguna ocasión y el 23.6%
en el último mes.
Un
80% de las muertes registradas entre adolescentes se deben a causas violentas y
dentro de ellas las relacionadas con drogas o alcohol representan el 50%,
existiendo un mayor porcentaje de suicidios en los adictos a estas sustancias.
La
creencia más compartida entre los diferentes grupos de adolescentes y jóvenes,
tiene que ver con la asociación, según su opinión, entre el consumo de alcohol
y las "consecuencias positivas" que este proporciona. Entre estas
destacan, según ellos indican, una potenciación de la actividad psico-física
(alegría, euforia, superación de la timidez y retraimiento, mejoría del estado
de ánimo, etc.), posibilidad de diversión e integración dentro del grupo de amigos
donde la mayoría consumen.
La
juventud, como regla general, no asocia el consumo de alcohol con los problemas
que de él pueden derivarse, ellos esperan del alcohol cambios positivos
globales (facilitador de expresividad emocional, desinhibidor y potenciador de
las relaciones sociales, etc.), y a la vez no creen que dicha sustancia tenga
consecuencias negativas, influyendo considerablemente en un mayor consumo
durante el fin de semana, donde las relaciones interpersonales se intensifican.
Por eso anticipar los "efectos positivos" y no las verdaderas
consecuencias negativas, conlleva a que se produzca un mayor consumo social.
Progresivo
descenso de la edad de inicio de consumo de bebidas alcohólicas, que según
algunos estudios, se localiza sobre los 12 años, aunque es en torno a los 16
años donde se produce una modificación de las pautas de consumo.
La
cerveza (entre semana) y las bebidas de alta graduación "combinados"
(los fines de semana) encabezan el ranking de bebidas preferidas entre los
jóvenes.
En el
entorno adolescente y juvenil el consumo de alcohol se suele producir fuera de
casa y en espacios donde se producen las relaciones sociales de los jóvenes.
Así mientras el consumo se produce en lugares donde hay relaciones entre
iguales, hay una ausencia de consumo en el contexto familiar.
Es importante
no considerar de forma aislada a los jóvenes del contexto social en que se
desenvuelven, sino a ambos conjuntamente, para tener siempre presente los
respectivos elementos del sistema: jóvenes, familia, escuela, y barrio o
municipio y actuar conjuntamente sobre todos ellos.
Así
podíamos considerar diferentes actitudes o pautas de actuación frente al
problema, entre los que destacarían:
1.
Diseñar programas de educación, en los que se incida no sobre los efectos
negativos del consumo alcohólico, sino sobre los efectos positivos del no
consumo, este pequeño matiz, haría que las medidas tuvieran una mejor acogida
general y una mayor eficacia.
2.
Orientar las actuaciones en el nivel educativo cuestionando y delimitando los
efectos positivos del alcohol, que es el conjunto de creencias más
desarrollado. Se debe partir de una información realista, que sitúe en su
término más justo los "efectos reforzantes" del alcohol, pero que
también muestre sus límites. Además existen una serie de creencias erróneas respecto
al alcohol (aumento de la potencia sexual, modo de combatir el frío, o como
utilidad terapéutica), transmitidas de generación en generación que necesitan
ser desmontadas.
3.
Desarrollar programas de entrenamiento en habilidades sociales, para actuar
principalmente en la pre adolescencia, antes de que se instaure el consumo
habitual de alcohol, para ayudar a esta población a hacer frente a la enorme
presión que el grupo ejerce sobre aquellos que no beben. Para ello se debe
formar a profesores del sistema educativo, educadores de calle, animadores
sociales, etc.
Hay
que utilizar medidas eficaces que no tienen porque ser las más costosas. Hacer
más baratas las bebidas no alcohólicas, ya que actualmente es más barato
consumir una bebida alcohólica que un refresco, así como potenciar bebidas
exóticas con menor o nulo contenido alcohólico pero "que entren por los
ojos" a los jóvenes.
·
Actuar sobre los espacios físicos por donde se mueve la
juventud, revisando su diseño. Así podemos:
·
Ceder lugares donde creemos espacios lo más parecidos a
los bares y ponerlos en manos de grupos o entidades no controlados por la
Administración, que les dé más libertad.
·
Estimular programas que comporten la presencia de
educadores en lugares que ellos frecuentan.
·
Obligar a los bares a crear espacios alejados de la barra
y con un volumen de música reducido que permita la comunicación y la
organización de actividades atractivas que concentren el tiempo de ocio y
diversión.
·
Incidir en la importancia de la familia como factor regulador
del consumo y como medio de información.
·
Estimular el debate entre las diversas fuerzas políticas
para la creación de diversos programas juveniles de control y prevención de las
adicciones.
Beber
o no alcohol es una decisión personal que, más tarde o más temprano, todos
debemos tomar. Este artículo proporciona información sobre el alcohol,
incluyendo la manera en que afecta tu cuerpo, para que puedas tomar una
decisión con fundamentos.[4]
5.5.
Consumo en
jóvenes
Muchos
jóvenes de las zonas urbano-marginales de Lima viven en circunstancias sociales
y económicas desfavorables para lograr un adecuado desarrollo personal. Son
precisamente estas condiciones las que ellos deben enfrentar.
Un
joven vulnerable está influido por dos lados: por un lado por los factores
protectores, y por otro lado por los factores de riesgo; ambos factores se
encuentran en los dominios antes mencionados. De esta manera, estos factores
generan un resultado positivo o negativo para el joven.[5]
VI.
Efecto del alcoholismo
Grado de atracción
que el alcohol ejerce sobre el individuo. Esta variación, varía desde una
notoria inclinación hasta una invencible repugnación, producida la embriaguez
será diferente según la atracción o la repugnancia.
Sensibilidad
individual frente al alcohol. También aquí se dan grados que van del individuo
que puede ingerir cantidades relativamente grandes de alcohol sin sufrir
grandes alteraciones corporales o psíquicas.
Cantidad y
calidad de las bebidas. Este es un dato puramente objetivo, dentro de estas atracciones
ha podido comprobar, por ejemplo que las bebidas destiladas ejercen una
influencia mayor en la aparición de la embriaguez que el vino y la cerveza, lo
mismo sucede con las especies de bebidas los cuales pueden tener agregados al
alcohol, otros elementos que ejerzan una acción similar que se suma a la del
primero, la multiplica o lo disminuye (son los casos de whisky, el ajenjo)[6]
6.1.
Daños en el
Organismo
· A nivel del Sistema Nervioso: En el consumo
agudo, dependiendo de la cantidad y el tipo de persona, progresivamente se alteran las funciones
superiores, sobre todo la praxis y la atención, es por eso que es recomendable
no conducir en estado de embriaguez, otras alteraciones son en el lenguaje
y la memoria.
· En el Aparato Digestivo: El órgano más
afectado es el hígado, cerca del 20% de alcohólicos termina en cirrosis. El hígado también puede
sufrir esteatosis ó hepatitis alcohólica. Los pacientes bebedores que hayan
tenido hepatitis B, tienen más riesgo para terminar en cirrosis que los que no
beben alcohol y han tenido el antecedente de hepatitis B.
· En el sistema inmunológico: Se describe que
un alcohólico tiene disminuido las defensas y es más fácil que se enferme.
· En el sistema cardiovascular: Se han descrito
miocardiopatías a consecuencia del consumo del alcohol, además de aumentos en
la presión arterial tras ingesta aguda. El consumo de vino (2 copas como máximo
por día te ayuda a bajar el colesterol de la sangre).
· En el sistema óseo: Se dice que favorece al desarrollo
de la osteoporosis.
· En el sistema Endocrinológico: El alcohol
favorece a la secreción la prolactina,
es por eso que en alcohólicos de mucho tiempo, al examen, algunas veces encontramos escasa secreción láctea por los
pezones. Se describe ginecomastia en algunos de ellos.
· En el sistema reproductor: En el bebedor
intenso se han encontrado casos de impotencia en el varón y esterilidad en la
mujer.
· En la mujer embarazada: El síndrome de alcoholismo fetal,
que en una forma grave de su presentación, el recién nacido presentará bajo
peso y malformaciones craneofaciales. Y
en una forma leve el síndrome de alcoholismo fetal, puede ser imperceptible y
manifestarse a posterior con pequeños trastornos del aprendizaje. Por eso queda
absolutamente prohibido tomar alcohol durante el embarazo.
6.2.
Daños en la
Familia
La
victima directa del alcohol es el alcohólico, los afectados indirectamente son
sus familiares, pero toda la familia sufre las consecuencias de esta
enfermedad. Se describe que la mayor cantidad de maltratos físicos a la mujer o
a los hijos, se dan bajo efectos del alcohol; por tanto la violencia familiar y
la disfunción de todos los componentes de la familia tienen en algunos casos
relación con problemas de alcoholismo.
6.3.
Daños en la
sociedad
En
primer lugar los accidentes de tránsito, alrededor del 50% de accidentes se
producen bajo efectos del alcohol, ya sea por parte de los conductores o de los
peatones. Los accidentes laborales, las faltas o tardanzas al trabajo, una de
las razones es el consumo del alcohol. Los homicidios y suicidios se hechos
mayormente bajo los efectos del alcohol y otras drogas.[7]
VII.
Síntomas del alcoholismo
La ingestión de
alcohol se manifiesta, en primer lugar, por las alteraciones producidas en la
constitución química y en el funcionamiento del cuerpo. Las primeras dosis
operan a modos de excitantes del sistema nervioso. Aumenta el número de
pulsaciones cardíacas, se experimenta vasodilatación, aumento en la frecuencia
respiratoria, es excitada la actividad funcional del tejido muscular, la
secreción urinaria y (un poco menos), la salivar; la temperatura del cuerpo
levemente desciende por la dispersión del calor producido por la vasodilatación.
Las alteraciones
químicas se evidencias principalmente en la sangre, que actúa como vehículo en
la alteración de diversos tejidos, principalmente en el nervioso. Se nota gran
excitación sexual, especialmente en el primer momento de la intoxicación aguda,
pero con el progreso de ducha intoxicación puede fácilmente llegar al extremo
opuesto, de la impotencia. Los nervios sensitivos funcionan cada vez con menos
agudeza, especialmente los que atienden la sensibilidad dérmica, queda
disminuido los sentidos del equilibrio, del movimiento.
En cuanto a
síntomas corporales y psíquicos encontramos la gastritis de defensa, con
dolores de estómago, náuseas, etc., sobrevienen vómitos que son verdaderas
tentativas de defensa orgánica, los riñones, con la orina. A medida que el
alcoholismo se agrava más o sea que alcance como forma de hábito crónico, estas
características se agravan más ya se manifiesta desórdenes permanentes en el
hígado, alteraciones en el tejido nervioso, atrofia de la corteza cerebral,
trastornos en los riñones, órganos sexuales y otros de los sentidos.
VIII.
TABLA DE ALCOHOLEMIA[8]
1er Periodo: 0.1 a 0.5 g/l: subclínico.
No existen
síntomas o signos clínicos, pero las pruebas psicométricas muestran una
prolongación en los tiempos de respuesta al estímulo y posibilidad de
accidentes. No tiene relevancia administrativa ni penal.
|
2do Periodo: 0.5 a 1.5 g/l: ebriedad.
Euforia,
verborragia y excitación, pero con disminución de la atención y pérdida de la
eficiencia en actos más o menos complejos y dificultad en mantener la
postura. Aquí está muy aumentada la posibilidad de accidentes de tránsito,
por disminución de los reflejos y el campo visual.
|
3er Periodo: 1.5 a 2.5 g/l: ebriedad absoluta.
Excitación,
confusión, agresividad, alteraciones de la percepción y pérdida de control.
|
4to Periodo: 2.5 a 3.5 g/l: grave alteración de
la conciencia.
Estupor,
coma, apatía, falta de respuesta a los estímulos, marcada descoordinación
muscular, relajación de los esfínteres.
|
5to Periodo: niveles mayores de 3.5 g/l: Coma.
Hay riesgo
de muerte por el coma y el paro respiratorio con afección neumonológica,
bradicardia con vaso dilatación periférica y afección intestinal.
|
La mejor
demostración la da la siguiente tabla ilustrativa del crecimiento del grado de riesgo
vial, proporcional al ascenso de la curva de alcoholemia:
Alcoholemia
|
Efectos
|
Riesgo de accidentes
|
0,5 gr/lt
|
Modificación
significativa de los reflejos y del comportamiento
|
x 2
|
0,7 gr/lt
|
Agravación
de las anomalías
|
x 5
|
0,8 gr/lt
|
Agravación
de las anomalías
|
x 10
|
1,2 gr/lt
|
Comienzo
de la ebriedad
|
x 35
|
2 gr/lt
|
Ebriedad
confirmada
|
x 80
|
El máximo
Nivel de Alcoholemia permitido por Ley es de 0,5 gramos de alcohol por litro de
sangre. Esta relación, puede ser provocada por una jarra de cerveza, o bien 2
vasos de vino o por un vaso de whisky, de acuerdo a la conformación física del
conductor.[9]
IX.
Alcoholismo y la criminalidad
El alcohol por sí
solo no ha de considerarse como única causa importante para la ejecución del
delito, sobre todo si éste es grave. Existen otras causas en relación con las
cuales el alcoholismo es una fuerza más o una mera causa ocasional, por ello a
veces sucede que entre los alcohólicos que han injerido la misma cantidad de
alcohol, unos delinquen y otros no; esto es porque aquí llega a tallar la
personalidad previa de los ebrios, la predisposición individual desempeña un
papel importante, inclusive en la condición sine qua non del delito, para
evitar confusiones, es preciso tener en cuenta que no siempre el delito y
alcoholismo se manifiestan juntos, se puede atribuir aquél a éste ni siquiera
como simple causa desencadenante, alcoholismo y delito son efectos de una causa
común anterior. En los delitos culposos deriva de la falta de atención,
coordinación, memoria, todos estos derivada del uso del alcohol, sobre todo en
los delitos de tránsito, de omisión. De todo esto deducimos que el alcoholismo
en cuanto a la criminalidad tiene más importancia que cualquier enfermedad
mental.
9.1.
Consecuencia del
consumo del alcohol
a. Criminalidad directa. En su base está
la destrucción de la personalidad normal y su debilitamiento, consecuencia del
uso del alcohol en todos los estados de embriaguez. La influencia de esta en la
criminalidad es evidente en las llamadas curvas semanales de criminalidad,
atribuibles, sobre todo en los delitos por lesiones, la mayor cantidad de
alcohol que se consumen en los días feriados y fines de semana.
b. Criminalidad
indirecta. Esta especie de criminalidad es más importante que la criminalidad
directa, estos efectos indirectos son más serios que los directos, se
manifiestan en la incapacidad de mantener a la propia familia y la
deteriorización de la vida familiar primera causa indirecta a la delincuencia,
empeoramiento del ambiente familiar, mal ejemplo de los padres a jóvenes y
niños que están en edad de imitación, la familia es indisciplinada y para
restablecerla se recurre a medios brutales, se pierde el respeto por el padre,
la madre ebria y peor cuando ambos lo son, los niños salen por las calles parte
de sus vidas, lejos del ambiente hogareño, se integra a bandas infanto
juveniles y se dedican a pequeños delitos.
c. Criminalidad
por degeneración hereditaria. En criminología, se complica, porque no se trata
simplemente de establecer la relación alcoholismo-alcoholismo, sino también y
quizás más importante, alcoholismo-delincuencia y delincuencia-alcoholismo. Los
autores consideran no probada aún la influencia hereditaria del alcoholismo.
Lombroso, no solo acepta esta tesis, sino que pretende ilustrarla con ejemplos
escogidos a propósito.[10]
X.
ALCOHOLISMO Y el DELITO
El alcohol es el agente químico más usado y del que
más se abusa (Frances y Franklin, 1996), siendo considerado de forma unánime
como la sustancia psicoactiva depresora del sistema nervioso que se consume con
mayor frecuencia a nivel mundial (Kaplan y Sadock, 1999). Además hay que
destacar que el alcohol es considerado como la puerta de entrada al
consumo de otras sustancias psicoactivas, siendo el consumo precoz de esta
sustancia un factor que aumenta la probabilidad de usar otras sustancias
adictivas con posterioridad (Espada et al., 2003).
En cuanto a las características propias de la
sustancia hay que destacar que el alcohol ingerido es absorbido rápidamente por
el organismo, dependiendo además de factores como la rapidez del consumo y el
tipo de bebida ingerida (Kaplan y Sadock, 1999; Pérez de los Cobos y Guardia,
2001). Este aspecto hace que la vida media del etanol sea corta debido a la
rápida metabolización hepática que se produce (Pérez de los Cobos y Guardia,
2001). Los efectos habituales tras el consumo de alcohol son la presencia de
labilidad emocional y la alteración de la capacidad de juicio y del
pensamiento; es además factible que se produzca la aparición de una inapropiada
sexualidad que puede afectar a las relaciones interpersonales (vid. infra) que
facilite la aparición de comportamientos agresivos (Kaplan y Sadock, 1999;
Pérez de los Cobos y Guardia, 2001), sin olvidar que durante el periodo de
intoxicación la memoria se ve significativamente afectada (Pérez de los Cobos y
Guardia, 2001).
Para entender la etiología del alcoholismo hay que
tener en consideración numerosos factores, como son los sociales, los
psicológicos y los biológicos (Pérez de los Cobos y Guardia, 2001). Además de
la importancia que presentan ciertas variables socio-demográficas relacionadas
con esta problemática, como es el bajo nivel educativo (Cuadrado, 1996). Una
característica fundamental es que los consumidores habituales de alcohol con
cierta frecuencia consumen además otro tipo de sustancias ilícitas, hablándose de
cifras entre un 18% y una 25% (Kaplan y Sadock, 1999; Lesswing y Dougherty,
1994; Pérez de los Cobos y Guardia, 2001), siendo especialmente significativo
el uso conjunto del alcohol con la cocaína, estimándose que un 4.3% de los
consumidores habituales de alcohol consumen también cocaína (Lesswing y
Dougherty, 1994). En los sujetos sin problemas con el alcohol la prevalencia
con otro tipo de drogodependencias es significativamente inferior, hablándose
de cifras en torno al 6% (Pérez de los Cobos y Guardia, 2001). Existe además
una mayor prevalencia de los trastornos mentales en los sujetos con problemas
con el alcohol que en la población general (Pérez de los Cobos y Guardia,
2001), destacando la incidencia de los trastornos de la personalidad en estos
sujetos, entre los que destacan los de tipo dependiente, por evitación,
compulsivo, antisocial y esquizoide (Lesswing y Dougherty, 1994). También decir
que en las mujeres, los problemas con el alcohol guardan una especial relación
con el trastorno depresivo mayor (Friedman, 1998).
Se tiende a establecer que el alcoholismo está por
completo relacionado con la criminalidad (Delgado, 1994, 2001; Esbec y
Gómez-Jarabo, 2000), de hecho numerosos estudios han probado la existencia de
una relación entre el consumo de alcohol y el comportamiento delictivo (Espada
et al., 2003), sin olvidar que también aparece con relativa frecuencia en las
víctimas de estos actos (Delgado, 1994, 2001). La mayoría de los autores
admiten la relación entre alcohol y conducta violenta, explicando tal fenómeno
a través del efecto desinhibidor ejercido por el alcohol sobre la persona que
actualiza las tendencias agresivas latentes del individuo (Delgado, 2001;
Martin y Bryant, 2001). Otros argumentos señalan que la desinhibición es un
comportamiento aprendido y que la agresión responde más bien a patrones de tipo
cultural (Delgado, 1994, 2001). Existen autores que inciden en la importancia
del efecto farmacológico que produce el alcohol en relación a la violencia al
reducir la inhibición e inducir impulsos agresivos (Martin y Bryant, 2001).
Otros estudios señalan que hay que ser más cautos a la hora de establecer dicha
relación (Lipsey, 1997; cit. Martin y Bryant, 2001), de hecho existe una
importante controversia al respecto según diversos autores. Alcoholismo y
criminalidad tienden a co-ocurrir, pero no existen evidencias claras de que los
criminales alcohólicos cometan más delitos que los no alcohólicos (Friedman,
1998). Para varios autores existen numerosas contradicciones al no existir fundamentación
empírica que sustente la hipótesis de la acción desinhibidora del alcohol y
consecuentemente no hay evidencias que demuestren la influencia del alcohol
sobre la conducta violenta por lo que la relación entre alcohol y conducta
agresiva es falsa, por lo que el alcohol no contribuye a la violencia (Collins,
1989; cit. por Martin y Bryant; Delgado, 1994). Otros autores señalan que,
tanto el consumir alcohol como la conducta agresiva están en plena relación con
la personalidad del sujeto (Jessor y Jessor, 1977; cit. Martin y Bryant, 2001).
Otra hipótesis también reflejada en estudios es considerar que la violencia
precede al consumo de alcohol (White, Brick y Hansell, 1993; cit. Martin y
Bryant, 2001). A pesar de tan diversos planteamientos al respecto es importante
señalar la importancia de las diferencias individuales, ya que el alcohol
facilita la agresión en algunas personas pero no en otras, el alcohol
incrementa en proporción directa la predisposición hacia la agresividad pero es
esencial que exista una provocación ambiental para entender el proceso
(Giancola, 2002).
Pese a la controversia existente entre la relación
alcohol y delincuencia hay que indicar que son numerosos los estudios que
documentan la relación entre el consumo abusivo de esta sustancia y la conducta
violenta (Martin y Bryant, 2001; Pérez de los Cobos y Guardia, 2001), de hecho
se trata de la principal sustancia relacionada con delitos violentos, con gran
diferencia sobre el resto de sustancias psicoactivas (Friedman, 1998). El estar
bajo los efectos del alcohol dobla la probabilidad de ser arrestado por la
comisión de hechos violentos, tratándose esta situación del mayor predictor
para cometer algún comportamiento violento (Martin y Bryant, 2001). Existen
considerables evidencias circunstanciales que sugieren que el consumo de
alcohol está íntimamente relacionado a la violencia (Delgado, 1994, 2001). De
hecho, es el alcohol la sustancia psicoactiva que aparece más frecuentemente
asociada con el homicidio (Martin y Bryant, 2001). A continuación se pasa a
citar datos obtenidos a partir de estudios de interés en relación a esta
temática, aunque se puede señalar que habitualmente el alcohol ha jugado un
importante papel en un 30-60% de los homicidios en varios países (Delgado,
1994).
Banay (1942, cit. por Delgado, 1994, 2001), en 3000
varones internados en la prisión de Sing Sing, en Nueva York, estableció
una relación entre alcoholismo y violencia interpersonal, obteniendo una media
total de presencia de alcohol en orina en torno al 72.7% de la muestra y con un
nivel de alcohol por encima del 10% (umbral tóxico) un porcentaje del 64.2%,
preferentemente en los delitos contra personas. Shupe (1954, cit. Delgado,
1994, 2001), en un estudio llevado a cabo sobre 163 personas acusadas por delitos
violentos encuentra que el 82% tenían alcohol en sangre y/o orina. En el
trabajo de Wolfgang (1958, cit. Delgado, 1994, 2001) sobre 588 homicidios en
Filadelfia se registró alcohol en un 9% de las víctimas, en el 11% de los
agresores y en el 44% de los casos se encontró alcohol en el agresor, en la
víctima o en ambos, y encuentra el dato de que cuando existe apuñalamiento es
más alta la probabilidad de que haya alcohol que en otro tipo de homicidios.
Datos muy similares fueron los obtenidos por Lanzkron (1963, cit. Delgado,
1994, 2001) en cuanto a los agresores en delitos de homicidio, donde encontró
que el 12% se encontraban en estado de intoxicación a la hora de cometer el
suceso. Como resultado de la revisión de diez estudios realizada por MacDonald
(1961, cit. Delgado, 1994, 2001) se halla que los agresores homicidas habían
bebido previamente al suceso en una proporción media del 54%. Proporción
similar a la obtenida por Goodwin (1973, cit. Delgado, 1994, 2001) en su
estudio sobre esta cuestión, añadiendo que entre un 25-50% de las víctimas
también habían consumido previamente. Asimismo, el 43% de los delincuentes del
estudio de Guze (1976, cit. Delgado, 1994, 2001) eran alcohólicos. Bohman
(1982, cit. Delgado, 1994, 2001) estudia la relación entre abuso de alcohol y
criminalidad en Suecia y encuentra que la criminalidad donde no se registra
abuso de alcohol se caracteriza por pequeños delitos contra la propiedad,
mientras que los alcohólicos presentaban una mayor tasa de delitos contra las
personas. También en Suecia, destaca el estudio de Linqvist (1986, cit.
Delgado, 1994, 2001), donde encuentra que en dos tercios de los homicidas
estudiados y en casi el 50% de las víctimas estaban intoxicados en el momento
del hecho. En el estudio de McCord (1983, cit. Delgado, 1994, 2001) sobre la
carrera delictiva de 400 sujetos, encuentra que dividiéndolos en alcohólicos y
no alcohólicos, en los primeros son más frecuentes los delitos contra las
personas. Roizen (1993, cit. Martin y Bryant, 2001) estudia a 40 sujetos
arrestados por cometer hechos violentos y en la mitad de ellos encontró
problemas relacionados con el consumo abusivo de alcohol. Spunt et al. (1995)
señalan que en casos de homicidio en un 53% de los casos el agresor ha
consumido alcohol durante las 24 horas previas a la comisión del delito y que
el 32% de los agresores se encontraban bajo los efectos de la sustancia durante
la comisión del homicidio. En España, Delgado (1988, cit. Delgado, 1994)
estudia 157 agresores de homicidio, encontrando alcohol en un 29% de los casos
y un estado de intoxicación durante los hechos en el 4,45%.
En general, se puede decir que los resultados de los
estudios consultados soportan la afirmación habitual de que alrededor de la
mitad de los homicidios tienen lugar con la influencia del alcohol en el
agresor (Delgado, 2001), aunque otros autores señalan que los efectos del
alcohol no son tan significantes en las agresiones extremas (Giancola, 2002).
Además, tanto el uso abusivo de alcohol como la intoxicación etílica guardan relación
con la violencia hacia la mujer dentro del matrimonio (Friedman, 1998). En
casos extremos de homicidio doméstico la importancia del alcohol resulta
evidente (Muscat, 1976, cit. Delgado, 1994, 2001).
Otros delitos donde el consumo abusivo de alcohol es
especialmente relevante son aquellos relacionados con las agresiones de tipo
sexual, de hecho existen evidencias de la asociación entre el consumo de
alcohol y violación (Collins, 1989, cit. Delgado, 2001). El alcohol aparece con
relativa frecuencia en los delitos de agresión sexual, existiendo un consumo
previo en el agresor entre un 45-77% de los casos (Delgado, 2001). Luna (1988,
cit. Delgado, 2001) estudió 150 delitos de tipo sexual, encontrando alcohol en
el 48% de los agresores y en el 12% de las víctimas. El alcohol está
involucrado en el origen de la agresión sexual, pero es evidente que no se
trata de la única causa, aunque si influye en el sentido de producir una
percepción distorsionada de las relaciones interpersonales que puede facilitar
el origen de la agresión (Delgado, 2001; Esbec y Gómez-Jarabo, 2000). Además,
hay que señalar que la presencia de alcohol en el agresor durante la agresión
sexual aumenta la probabilidad de que la víctima sufre lesiones físicas durante
la agresión (Delgado, 2001). Indicar también que el alcohol juega un importante
papel como precipitante de la conducta sexual promiscua, hecho más evidente
este dato en hombres que en mujeres (Friedman, 1998).
Por último señalar la importante incidencia que
presenta el alcohol en relación con las infracciones de tráfico, con todo lo
que ello conlleva (Cuadrado, 1996). Un 77% de los conductores encarcelados
reconocen los efectos negativos de las sustancias psicoactivas en la conducción
de vehículos, aunque el 65% de las atribuciones que realizan son inadecuadas.
Las atribuciones que contienen valoraciones negativas de los efectos de las
sustancias psicoactivas correlacionan positivamente con el número de accidentes
experimentados (Martínez Díaz y Fernández Alba-Luengo, 2002). La presencia de
alcohol y drogas en los fallecidos por accidentes de tráfico es notoria,
hablándose desde un 56% hasta un 80% en estudios norteamericanos, y de un 55%
en estudios españoles (Martínez Díaz y Fernández Alba-Luengo, 2002). Según
Pérez de los Cobos y Guardia (2001) el alcohol está presente entre un 30-50% de
los accidentes de tráfico con víctimas mortales, siendo el estado de
intoxicación etílica relativamente habitual (Cuadrado, 1996). En relación a la
accidentabilidad tan solo señalar que también resulta significativa la
incidencia del alcohol en los accidentes laborales (Espada et al., 2003; Pérez
de los Cobos y Guardia, 2001). Son también conductas antisociales asociadas al
consumo de alcohol, la conducción de vehículos sin licencia, el ocasionar daño
deliberado a bienes públicos, el robo de artículos y las peleas físicas (Espada
et al., 2003). A continuación se añade una tabla con los resultados obtenidos
por Cuadrado (1996) en una muestra española de 182 sujetos dependientes del
alcohol implicados en actividades delictivas.
Actividad delictiva
|
%
|
Infracciones
de tráfico
|
63.4
|
Agresiones
|
17
|
Desfalco
|
9.7
|
Malos
tratos
|
9.7
|
Atraco
|
4.8
|
Hurto
|
4.8
|
Tráfico de
drogas
|
4.8
|
Daños
contra la propiedad
|
2.4
|
Homicidio
|
2.4
|
Perversión
de menores
|
2.4
|
Tabla 1. Tipos de delito en sujetos
dependientes del alcohol
Existe
escasa información en lo referido a alcohol, violencia y mujeres (Martin y
Bryant, 2001). Giancola (2002), señala que el alcohol aumenta la agresividad
tanto en hombres como en mujeres, aunque no resulta igual de facilitador de la
agresión, ya que la provocación juega un papel más importante en lo referido al
género femenino. Por lo que los varones tienen una mayor probabilidad de
responder de un modo agresivo que las mujeres tras consumir alcohol (Friedman,
1998; Giancola, 2002; Zeichmer, 1995, cit. Martin y Bryant, 2001). El alcohol
presenta un potente efecto en la conducta agresiva, pero tan sólo en personas
predispuestas hacia ese comportamiento, siendo más marcado este dato en hombres
que en mujeres (Giancola, 2002). El abuso de alcohol por tanto resulta un mejor
predictor de conductas violentas en varones que en mujeres, mientras que el
abuso de otras sustancias psicoactivas en relación a conductas violentas es
igualmente relevante para hombres y para mujeres (Friedman, 1998). Un dato
significativo al respecto es que en torno a la mitad de los varones que cometen
actos violentos presentan problemas con el alcohol, mientras que en mujeres el
dato disminuye a un 27% (Pernanen, 1991, cit. Martin y Bryant, 2001). En ambos
sexos, el consumo reciente de alcohol guarda relación con los delitos
violentos, siendo los datos en los delitos contra la propiedad más claros en
los hombres que en las mujeres (Martin y Bryant, 2001). En lo referido al
estado de intoxicación etílica, hay que decir que de nuevo las mujeres muestran
menor agresividad que los hombres, aunque tanto hombres como mujeres son
susceptibles de ser arrestados por la comisión de delitos violentos. Sin
embargo los efectos de la intoxicación (en ausencia de otras sustancias
psicoactivas) son más de tres veces mayores en mujeres que en varones
arrestados (Martin y Bryant, 2001). Spunt et al. (1996) señala que el consumo
de alcohol en mujeres es más destacado que el del resto de sustancias psicoactivas
y sugiere una relación con el delito de homicidio, tanto en agresoras como en
víctimas, de hecho se trata de la sustancia mas implicada en homicidios
cometidos por mujeres. Goetting (1987, cit. Spunt et al., 1996) indica en su
estudio que el 37.5% de mujeres que cometían homicidio sobre un hombre habían
consumido previamente, siendo especialmente significativo que el 44.6% de las
víctimas varones habían consumido alcohol momentos previos a la comisión del
delito.
En el
estudio llevado a cabo por Spunt et al. (1996), se encuentra que el 90% de las
mujeres que cometen homicidio son consumidoras de alcohol de un modo
esporádico, un 32% consumen de manera habitual y un 18% son dependientes a la
sustancia. De hecho un 46% habían consumido el día del homicidio, un 30% estaba
bajo los efectos del alcohol a la hora de cometer el delito y un 23%
presentaban intoxicación en ese momento. Las mujeres agresoras antes de la
comisión de un homicidio consumen menor cantidad de alcohol que los hombres que
consumen alcohol antes de cometer un homicidio (Spunt et al., 1996). Los datos
obtenidos por el ADAM en 1998 indican que el alcohol aparece más frecuentemente
en varones arrestados que en mujeres arrestadas; un 54% de los varones
arrestados habían consumido alcohol durante las 72 horas previas a cometer el
delito, en mujeres el porcentaje es de un 43%. De los varones arrestados un 22%
mostraban efectos de haber consumido al ser detenidos, en mujeres el dato
disminuye a un 16%. En cuanto a la comisión de delitos violentos un 57% de los
varones habían consumido durante las 72 horas previas al delito, mientras que
el dato en cuanto a mujeres disminuye a un 44%. En lo referido a delitos contra
la propiedad de nuevo los datos de presencia de alcohol en varones son mayores
que en mujeres tanto en las 72 horas previas como el estar bajo los efectos
durante el delito. Es llamativa la presencia de intoxicaciones etílicas en la
violencia familiar, siendo los datos más parejos que en otros apartados, 26%
hombres y 23% mujeres.
|
Varones
|
Mujeres
|
Arrestos
|
54% Consumen previamente (72h)
22% Durante el delito
|
43% Consumen previamente (72h)
16% Durante el delito
|
Delito
violento
|
57% Consumen previamente (72h)
|
44% Consumen previamente (72h)
|
Delito
contra la propiedad
|
52% Consumen previamente (72h)
18% Durante el delito
|
36% Consumen previamente (72h)
9% Durante el delito
|
Violencia
familiar
|
26% Intoxicaciones
|
23% Intoxicaciones
|
Tabla 2. Resultados en relación al
alcohol obtenidos en el ADAM en 1998 (Martin y Bryant, 2001)[11]
XI.
Rasgos alcohólicos
Rasgos muy
generales de personas alcohólicas:
ü Mayor
irritabilidad que la población general.
ü Cambios bruscos
de humor.
ü Ansiedad por
beber.
ü Culpabilidad por
haber bebido.
ü Personalidad
disfórica que acaba en celopatias.
ü Inseguridad,
desgana y despreocupación.
ü Reiterativo y
falta de sinceridad.
ü Desajuste
emocional y desazón interna.
ü Conflictos
neurológicos.
ü Trastornos de
carácter.
ü Falta de
maduración.
ü Depresión y
sentimientos de desesperanza.
ü Soledad y vacío
interior.
ü Egocentrismo,
hipersensibilidad.
ü Escasa tolerancia
a la frustración.
ü Conductas pasivas
en situaciones críticas.
ü Miedo al fracaso.
ü Sentimientos de
inferioridad y timidez.
ü Idealismo
excesivo, lejos de la realidad.
ü Conformidad con
el grupo -muy importante en los jóvenes-.
ü Inmadurez
afectiva.
ü Inmadurez
emocional.
ü Pasividad y
dependencia.
ü Depresión y
ansiedad.
ü Actitud amistosa
superficial.
XII.
Patología orgánica en el alcoholismo
La intoxicación
depende de la cantidad de alcohol ingerida, del grado de nutrición previo, de
la presencia o no de contenido gástrico que aumenta el tiempo de absorción
distribuyendo sus efectos en más tiempo. También depende de la ingesta
concomitante de otros tóxicos y por supuesto de las características e
idiosincrasia personal. Si la misma cantidad de bebida alcohólica va a producir
efectos distintos en personas o momentos diferentes, tampoco la misma cantidad
de alcohol en sangre produce los mismos efectos en diferentes personas, por lo
cual es más importante valorar el estado clínico que la alcoholemia.
Los efectos
tóxicos del alcohol afectan prácticamente a todos los órganos y sistemas, y su
morbi-mortalidad ligada sobre todo a accidentes de tráfico, laborales y
domésticos, suicidios y homicidios es muy elevada.
El alcohol
etílico es un depresor del SNC, cuyos efectos dependen de la dosis y están
relacionados con cantidad de etanol consumida por peso corporal. Su aparente
efecto estimulador, utilizado como justificante para el inicio en personas
jóvenes o inseguras, es resultado de su efecto depresor sobre los mecanismos
inhibidores de control cerebral.
Ø Intoxicación aguda
La
embriaguez pasa por diferentes momentos. Se afectan primero los procesos mentales
que dependen de la capacitación y la experiencia previa, después se embotan
memoria, concentración e intuición. Aparecen después los momentos más
estimulantes para el bebedor, con una oleada de confianza, euforia, expansión;
el paciente se vuelve vivaz; a lo que posteriormente siguen cambios
incontrolados del talante y arranques emocionales injustificados y
desproporcionados. La persona se puede volver querulante, grosera e incluso
violenta; hasta aparecer los cambios sensoriales y motores con trastorno
general de la función del SNC y anestesia general. Son momentos delicados para
el paciente porque el margen entre anestesia y parada cardio-respiratoria es
muy estrecho, mas acusado en personas mayores. La muerte sobreviene cuando los
niveles de alcohol en sangre llegan a 300-400 mg/dl. Se distinguen:
· Embriaguez subclínica (<0.5 gr/l de alcoholemia): en la que no
suele haber clínica, pero las capacidades están disminuidas, desinhibición,
afectación del juicio crítico.
· Embriaguez ligera (0.5-1.5 gr/l de alcoholemia): excitación
intelectual y motora, se presenta euforia, habla farfullante, midriasis y
conducta hipomaníaca o depresiva.
· Embriaguez grave (1.5-2 gr/l de alcoholemia): el lenguaje es
entrecortado, con dificultad, incoherente. Se produce un descenso de la
capacidad crítica con presencia de disforia, inestabilidad franca, marcha
típica, caídas, visión borrosa, vómitos. Sobrevienen trastornos de conducta y
disminución de la autoestima.
· Cuando la cantidad de alcohol en sangre es superior a
2gr/l se presenta arreflexia, pérdida de conciencia, relajación de esfínteres,
disminución de sensibilidad o anestesia, baja o nula respuesta a estímulos.
· Si se superan los 3gr/l de alcohol en sangre el paciente
presenta estupor, coma acidótico o hipoglucémico, insuficiencia respiratoria
por depresión bulbar, parada cardíaca y muerte.
Es
preciso realizar diagnóstico diferencial y pensar con coma diabético
(hipoglucemia o cetoacidosis), encefalopatía hepática, intoxicación
farmacológica, accidentes cerebro vascular, meningoencefalitis, y traumatismos
craneoencefálicos, para lo cual es necesario repasar la historia clínica del
paciente, realizar una correcta anamnesis y las pruebas complementarias
necesarias. Las complicaciones más frecuentes del estado de embriaguez son los
accidentes de todo tipo, más frecuentes los de tráfico y laborales.
Ø Intoxicación crónica
Siempre
necesita ayuda médica puesto que la esperanza de vida de estos pacientes esta
disminuida, al menos en 15 años. Causa una profunda agresión a la calidad de
vida tanto del enfermo como de su familia. Se produce una afectación de
prácticamente todos los órganos y sistemas como consecuencia de una
intoxicación auto-inflingida y consciente, que sólo se puede hacer comprender
al paciente en período de lucidez. Ya se han comentado buena parte de las
consecuencias que el alcoholismo puede provoca.
La
intoxicación crónica o la ingesta excesiva crónica provoca trastornos
neurológicos y mentales graves ocasionados por una lesión y deterioro cerebral
progresivo, que a la vez le incapacita progresivamente para someterse a una
reducción drástica del consumo y al tratamiento del síndrome de dependencia.
Los enfermos presentan pérdida de memoria, trastornos del sueño, depresión,
ansiedad, psicosis con fenómenos alucinatorios, delirios paranoides y
celotipias. Completan el cuadro las convulsiones y deficiencias nutricionales y
vitamínicas asociadas a los trastornos gastrointestinales y hepáticos. Pueden
aparecer cuadros como la encefalopatía de Wernicke, síndrome de Korsakoff,
polineuritis, encefalopatía por déficit de ácido nicotínico y además afectación
de todos los órganos y sistemas.[12]
XIII.
Tratamiento del alcoholismo
El
objetivo del tratamiento en el alcoholismo es la rehabilitación mediante
actividades de reeducación, readaptación y reinserción social del paciente,
siendo la abstinencia absoluta de bebidas alcohólicas la condición
indispensable para lograr estos fines. En forma práctica, el tratamiento
integral del alcoholismo comprende:
A. Desintoxicación mas tratamiento del Síndrome de
Abstinencia.
Muchos
esquemas de desintoxicación empleados en la actualidad no tienen una base
científica. Se sabe que el alcohol tiene un ritmo metabólico constante y aún no
disponemos de fármacos que puedan acelerarlo.
Es
importante recordar que la llamada desintoxicación cumple un rol importante por
ser la primera fase para iniciar o reforzar la participación activa del
paciente en un programa de rehabilitación. Concretamente, consiste en la
supresión aguda del alcohol y la corrección de cualquier carencia nutricional
relacionada con el consumo excesivo de esta bebida. Bajo esta premisa, el uso
de grandes dosis de complejo B, particularmente vitamina B1 y B6, vitamina C y
aminoácidos es fuente de confianza para muchos terapistas. De haber deshidratación
(por vómitos, diarreas o desnutrición) y sospecharse de algún desequilibrio
electrolítico, la administración de glucosa al 5% en solución salina es lo
indicado. Para la hipomagnesemia, que en algunas investigaciones se ha
detectado, el empleo de sulfato de magnesio al 50% en dosis de 2 cm3 por vía
intramuscular, cada 6 horas, haciendo un total de 6 a 8 dosis puede ser de
utilidad.
Ø Cuidados médicos generales
En la
mayor parte de estos cuadros se necesita tratamiento especial, aparte de
medidas generales de acuerdo al caso. No más del 15 al 20% de pacientes
requiere de un tratamiento médico intensivo sobre todo cuando la intoxicación
alcohólica se asocia a traumatismos, hematoma subdural, gastritis hemorrágica,
problemas cardiovasculares, diabetes, etc. y, particularmente, cuando ocurre un
coma alcohólico, que -por el riesgo de depresión respiratoria- significa una
urgencia médica que puede requerir hemodiálisis, de existir una alcoholemia de
300 a 350 mg.
En
cuanto al síndrome de abstinencia, éste se presenta después de un período
relativamente corto de supresión o disminución de la ingesta de alcohol. El
tratamiento depende de su severidad, que es máxima después de 24 horas del cese
absoluto de la bebida. En los cuadros moderados, el temblor de manos, la
anorexia, la sensación de debilidad, la diaforesis y el insomnio son las
perturbaciones más frecuentes que, por otra parte, son peculiarmente
fluctuantes en intensidad y duración y se asocian con gran apetencia a beber.
Las
alteraciones leves de abstinencia pueden remitir espontáneamente después de 2 a
3 días, pero casos más acentuados requieren de terapia medicamentosa.
Considerando lo ya expuesto sobre la tolerancia cruzada del alcohol con las
sustancias de tipo barbitúrico y los psicotrópicos depresores del SNC, suelen
ser éstos los más utilizados actualmente, especialmente las benzodiacepinas.
B. Tratamiento de las Complicaciones Psiquiátricas y
Médicas.
Ø Delirium Tremens
En
cuanto a esta psicosis orgánica que representa un estado de abstinencia de mayor
gravedad, es preferible darle tratamiento bajo régimen hospitalario. El esquema
terapéutico, en líneas generales, es similar al señalado en el acápite
anterior. Debe evitarse, en lo posible, el uso exagerado de hipnosedantes que
por lo común acentúan el delirio o lo hacen más prolongado. En lugar de las
"curas de sueño" se debe optar por atenuar la excitación psicomotriz
con el empleo de tranquilizantes menores, recordando siempre su acción
hepatotóxica colateral. Es conveniente la administración de infusiones de
dextrosa (el abuso de alcohol interfiere con la reserva del glucógeno
hepático), soluciones hidrosalinas para corregir cualquier desequilibrio
electrolítico, vitaminas, sobre todo del complejo B, anticonvulsivos
(fenitoínas o diazepan) si hay crisis epileptoides, así como antibióticos, si
hay riesgo de infección. En general, todo caso de delirium tremens, sobre todo
si es intenso o duradero, requiere de un acucioso examen para detectar
cualquier trastorno orgánico (TEC, sangrado gastrointestinal, insuficiencia
renal o hepática, miocarditis, etc.) que puede pasar inadvertido por el estado
de inquietud. La mortalidad del Delirium Tremens no tratado puede ubicarse
entre el 15 al 30%, pero con tratamiento oportuno disminuye a niveles del 1 al
8%
Ø Alucinosis Alcohólica
Como
lo expusiéramos, los síntomas de esta psicosis son ilusiones y alucinaciones
auditivas por lo general de tipo paranoide con contenido de acusación y
amenaza. Aemeja a la esquizofrenia pero no hay la historia típica ni otros
signos de este trastorno. La alucinosis alcohólica suele ser de corta duración
y responde bien al empleo de antipsicóticos como la tioridazina en dosis de 300
mg. diarios.
Ø Psicosis de Korsakoff y otras encefalopatías
Se
atribuyen a la ingestión de alcohol, la desnutrición crónica y la carencia
dietética de vitaminas. En general ocurren a partir de la quinta década, el
pronóstico no es bueno y el tratamiento se funda principalmente en
vitaminoterapia intensiva con complejo B, fundamentalmente tiamina.
Ø Complicaciones médicas
Las
más frecuentes en orden de importancia son: la esteatosis hepática, la
hepatitis alcohólica con o sin icteria, la cirrosis que se presenta en el 10%
al 20% de casos avanzados, la pancreatitis, las gastritis que cursan a veces
con hematemesis (síndrome de Mallory Weiss). Se asocia también con el abuso de
alcohol la miocardiopatía alcohólica, que ocurre en menos del 1% de los
bebedores, y la tendencia a la carcinogénesis de la faringe o el esófago. Como
es de comprender, todas estas complicaciones requieren de un tratamiento
interdisciplinario adecuado.
C. Tratamiento de la Dependencia
El
tratamiento de la dependencia alcohólica en sí, la deshabituación y la
rehabilitación constituyen el núcleo fundamental de toda la acción terapéutica.
El proceso es largo y continuo y requiere, además del médico, la intervención
de otros profesionales tales como psicólogos, trabajadores sociales, enfermeras
especializadas, terapistas ocupacionales y, de ser necesario, guías
espirituales.
De
una manera general, se puede decir que los programas de tratamiento que se
utilizan actualmente con éste fin están integrados por terapias psicológicas
(psicoterapias), medicamentosas, acciones sobre la familia y utilización de
grupos de pacientes recuperados. Se acepta que la psicoterapia debe tener como
objetivos: crear conciencia de enfermedad y fomentar la motivación necesaria
para la abstinencia y la readaptación psicosocial. Las técnicas varían de
acuerdo a la concepción doctrinaria del terapeuta: de apoyo emocional, no directiva,
psicoanalítica, sugestiva, pedagógico-directiva, psicodrama, etc.
Ø Terapia de conducta
Basada
en la doctrina de los reflejos condicionados y en la teoría del aprendizaje, ha
puesto en vigencia, nuevamente, los clásicos métodos aversivos, empleando substancias
eméticas (clorhidrato de apomorfina o emetina) y el electro condicionamiento;
todos ellos con el fin de inhibir directamente la apetencia a las bebidas
alcohólicas.
Al
lado de los procedimientos mencionados se puede asociar el uso de medicamentos que
interfieren con el metabolismo del alcohol, de tal manera que su
administración, simultáneamente con la ingesta de bebidas alcohólicas, produzca
síntomas tóxicos que se manifiestan por enrojecimiento de la cara,
vasodilatación intensa, inyección conjuntival, cefalea, taquicardia, náuseas,
vómitos e hipotensión. Entre estos medicamentos el más conocido es el
disulfirán (Antabus), que se emplea a dosis de 0,25 gr. a 0,5 gr. diariamente,
debiendo advertirse que sus efectos se prolongan por 4 a 5 días después de la
última dosis. La carbamida cálcica y el metronidazol también han sido
utilizados con este fin, pero su acción es menos duradera.
Ø Rehabilitación
Al
lado del logro de la abstinencia, que no debe considerarse como único criterio
para juzgar la eficacia del tratamiento, la rehabilitación juega un rol
importante y tiene por objeto mejorar las relaciones interpersonales, el
reajuste de la dinámica familiar y la recuperación de la actividad laboral.
La
psicoterapia familiar, la orientación vocacional, la terapia ocupacional y la
ayuda de pacientes recuperados (Alcohólicos Anónimos, Clubs de Abstemios),
contribuyen considerablemente a este fin. La terapia de grupo en los últimos
años ha adquirido singular importancia en la rehabilitación del alcoholismo y otras
farmacodependencias, una variante de la misma son las llamadas
"comunidades terapéuticas", en las que se fomenta la integración
grupal, el autocontrol, el uso constructivo del tiempo libre, la socialización,
etc.
En
general, hoy se acepta que con el hábil empleo de los recursos disponibles
puede lograrse de un 50 a 70% de buenos resultados en la mejoría y readaptación
del paciente alcohólico.[13]
Ø Instituciones de ayuda
Alcohólicos Anónimos (AA), es una
comunidad de personas que se reúnen para alcanzar y mantener la abstinencia
respecto al consumo de licores y bebidas alcohólicas. Sus actividades han
alcanzado una gran difusión a escala mundial. Surgió en 1935 cuando Bill W., un
agente de Bolsa de Nueva York, y el cirujano Bob S. entablaron amistad en Akron,
Ohio, y decidieron ayudarse para dejar de beber. Desde este modesto comienzo,
AA ha crecido hasta formar en torno a los 87.000 grupos en más de 130 países,
con un total de más de 2 millones de socios.
Todos
los hombres y mujeres que tienen o creen tener problemas con la bebida son
invitados a asistir a cualquier encuentro de AA. El único requisito para
integrarse es el deseo de abandonar la dependencia de las bebidas alcohólicas.
Los miembros son anónimos, y no se les exige ninguna cuota o aportación, pues
las contribuciones son por entero voluntarias. El programa de AA preconiza la
abstinencia total. Sus miembros mantienen la sobriedad compartiendo
experiencias, fuerzas y esperanzas en sus reuniones de grupo, y siguiendo los
doce pasos que se recogen en el estatuto para la recuperación. Incluso los
alcohólicos aislados, confinados en sus casas o habitantes de regiones remotas,
sin acceso a los grupos de AA, pueden buscar ayuda en el programa destinado a
los Solitarios.
Grupo
Al-Anon es una comunidad mundial de personas cuyas vidas han sido afectadas por
su relación con adictos al alcohol. Cuenta con dos programas distintos: Al-Anon
y Alateen. El ingreso en el Al-Anon está abierto a familias, amigos y empleados
de adictos al alcohol, mientras que Alateen es un programa diseñado para
jóvenes menores de 21 años. El principio básico de ambos grupos es que el
alcoholismo es una enfermedad familiar; las personas estrechamente relacionadas
con alcoholadicto pueden sufrir psíquica, espiritual y, a menudo, físicamente.
Ambos programas ofrecen consuelo, ánimo y comprensión a quienes han vivido en
la confusión y la desesperanza.
Al-Anon
fue creada en Nueva York en 1952 por Lois W., esposa de uno de los fundadores
de Alcohólicos Anónimos (AA), y Anne B. Los grupos Alateen se organizaron por
primera vez en California en 1957. Aunque independientes de AA, ambos programas
usan los “Doce Pasos” de AA para la recuperación y celebran sus encuentros de
modo similar. Las ayudas económicas proceden en su integridad de las contribuciones
voluntarias de sus miembros.
En
1990 había cerca de 32.000 grupos Al-Anon y Alateen en más de 112 países. La
sede central de los Grupos Familiares Al-Anon S.A. mantiene su Oficina de
Servicio Mundial en Nueva York.
Abstinencia
(bebidas alcohólicas), término que se aplica a los esfuerzos organizados para
promocionar la abstinencia del consumo de bebidas alcohólicas. La mayoría de
las organizaciones antialcohol han solicitado la aprobación de una normativa
que prohíba su venta y consumo.
La
creación de organizaciones a favor de la abstinencia se remonta a principios
del siglo XIX en Estados Unidos, cuando surgieron las primeras ligas
antialcohol en Nueva York (1808), Massachusetts (1813) y Connecticut (1813). En
Europa, este tipo de organizaciones se fundaron en las décadas de 1820 y 1830,
siendo las más fuertes la de Gran Bretaña y los países escandinavos.
XIV.
Estadísticas mundiales sobre el alcoholismo
Ø El alcoholismo
afecta más a los varones adultos, pero está aumentando su incidencia entre las
mujeres y los jóvenes.
Ø El consumo y los
problemas derivados del alcohol están aumentando en todo Occidente desde 1980,
incluyendo Estados Unidos, la Unión Europea y la Europa oriental, así como en
los países en vías de desarrollo.
Ø A pesar de los
resultados esperanzadores del tratamiento actual, se estima en más de 100.000
el número de muertos anuales sólo en Estados Unidos a causa del alcohol.
Ø En la Federación
Rusa un 12 por 100.000 de la población ingresa anualmente en los hospitales
para ser tratados de intoxicaciones etílicas agudas. El Plan Europeo de Acción
contra el Alcohol de la OMS pretende reducir en un 25% el consumo de alcohol
entre 1980 y el año 2000, prestando especial atención a la Europa oriental.
Ø En los últimos
años, España ha pasado a ocupar el segundo lugar en el mundo en tasa de
alcoholismo.
Ø En México, El
grupo de edad que manifestó una incidencia más alta fue de 18 a 29 años.
(Encuesta Nacional de Adicciones, 1988)
Ø Según la
Organización mundial de la Salud, la cantidad de jóvenes que consumen alcohol
aumentó en un 20 %, en los últimos 10 años.
Ø Hace 10 años de
cada 7 hombres que consultaban por problemas relacionados con el alcohol
consultaban 3 mujeres; hoy la relación es de 6 hombres por 4 mujeres. [14]
XV.
Aquí un panorama jurisprudencial
LA
EMBRIAGUEZ COMO ATENUANTE DE RESPONSABILIDAD PENAL
Ø Recurso
de nulidad: 240-2004-Loreto
Fecha: 03/06/2004
Se acredita que
el impugnante presenta una capacidad
intelectual inferior que el término medio, semblanza de una persona dependiente
del alcohol además de poder tornarse agresivo y violento al efecto de este;
que si bien es cierto dichas características personales no justifican la
comisión del delito sí debe ser tomada en cuenta para la determinación judicial
de la pena.
Ø Recurso
de nulidad: 1492-93-Loreto
Fecha: 16/07/1997
Conforme se ha
acreditado en autos, el acusado perpetro el ilícito en circunstancias en que se
encontraba en relativo estado de
embriaguez, motivo por el cual se puede inferir que sufrió alteración de su
conciencia que no obstante no ser grave, si debe tenerse en cuenta para los
efectos de la graduación de la pena.
Ø Recurso
de nulidad: 151-2004-Lima
Fecha: 19/05/2004
El inculpado
manifestó a nivel policial no acordarse de los hechos por haberse encontrado en
estado de ebriedad; sin embargo, ha aceptado la comisión del hecho delictivo,
alegando no haber utilizado arma blanca; que, teniendo en consideración el
monto de lo sustraído así como el hecho de no haberse incautado la supuesta
arma blanca utilizada, no puede señalarse que ha quedado fehacientemente
probado su uso en la comisión del delito, mas aun la existencia de
imputabilidad restringida, al haberse
encontrado el acusado en estado de embriaguez, que le produjo la alteración de
la conciencia, resulta de aplicación lo dispuesto en el articulo veinte
inciso primero del Código Penal.
CONCLUSIONES
El alcoholismo afecta más a los varones adultos, pero
está aumentando su incidencia entre las mujeres y los jóvenes. El consumo de y
los problemas derivados del alcohol están aumentando en todo Occidente desde
1980, incluyendo Estados Unidos, Europa, así como en los países en vías de
desarrollo.
El alcoholismo, a diferencia del simple consumo excesivo
o irresponsable de alcohol, ha sido considerado en el pasado un síntoma de
estrés social o psicológico, o un comportamiento aprendido e inadaptado. El
alcoholismo ha pasado a ser definido recientemente, y quizá de forma más
acertada, como una enfermedad compleja en sí, con todas sus consecuencias. Se
desarrolla a lo largo de años. Los primeros síntomas, muy sutiles, incluyen la
preocupación por la disponibilidad de alcohol, lo que influye poderosamente en
la elección por parte del enfermo de sus amistades o actividades. El alcohol se
está considerando cada vez más como una droga que modifica el estado de ánimo,
y menos como una parte de la alimentación, una costumbre social o un rito
religioso.
Así concluimos que el alcoholismo es una enfermedad muy
grave y que por lo tanto debemos de tratar de evitarla realizando actividades
que nos lleven a mantener una buena vida.
RECOMENDACIONES
Dado que el
consumo del alcohol es un problema social, que no es posible considerarlo como
un problema privado sólo porque se ejerce al interior del ámbito familiar y
siendo peor ahora tratándose de estudiantes. Esto involucra cuestiones públicas
y comunitarias tales como: la educación, seguridad y salud para el estudiante,
por lo es necesario presentar las siguientes recomendaciones:
1) La dirección de la Institución Educativa debe tomar
conciencia del problema del consumo de alcohol y ejecutar las siguientes
pautas:
ü Gestionar apoyo a
las instituciones especializadas en la problemática (CEDRO, OPCION, Ministerio
de Educación, Municipalidad, Policía Nacional del Perú, etc) para formar de
cada profesor un promotor de la prevención del consumo de drogas, incidiendo en
el alcohol.
ü Establecer
convenios o gestionar la contratación de personal especializado (psicólogos)
ü Fomentar la
Escuela de Padres con la participación conjunta de los alumnos.
ü Promoción de Estilos
de Vida Saludable y Talleres de producción y recreación.
ü Gestionar la
visita guiada a centros de rehabilitación de consumos de drogas (alcohol,
estupefacientes, etc) para todos los alumnos, o en su defecto para aquellos que
ya consumen alcohol y puedan ver la realidad que les espera.
ü Cumplir el
reglamento interno de los alumnos.
2) Los docentes de la Institución educativa deberán:
ü Incluir en el
Programa Curricular de la I.E. en las diversas estrategias para prevenir el
consumo de alcohol.
ü Hacer Jornadas de
reflexión y reforzamiento de valores y autoestima para los alumnos, estrategias
de prevención, charlas, videos vivenciales de autoestima, modelo de vida.
ü Mostrar actitud
proactiva frente a la problemática.
ü Participar en las
diversas actividades de capacitación sobre la problemática y poner en acción lo
aprendido.
ü Inculcar en los
alumnos la participación de las actividades de prevención que se efectúen en la
Institución Educativa.
3) Los Padres de familia, familiares y tutores de los
adolescentes deberán:
ü Tener un modelo
de vida para sus hijos.
ü Participar
activamente con la Institución Educativa y comunidad para la prevención de
consumo de alcohol.
ü Participar y
fomentar la participación de sus hijos en la escuela de Padres y proyectos
productivos que efectúa la Institución Educativa.
ü Asistir a un
especialista psicólogo en caso que requiera apoyo en la comunicación con sus
hijos y familiares, consumo de alcohol y drogas, violencia familiar y otros.
ü Fomentar
actividades saludables como el deporte, talleres, charlas religiosas o
filosóficas que desee participar el adolescente; brindándole poco a poco mayor
responsabilidad e independencia en su accionar diario.
ü Fomentar el
respeto a las leyes y practicar las buenas costumbres.
4) La comunidad a través de sus diversas organizaciones y
autoridades deberán:
ü La Municipalidad:
Ejecutar programas de prevención; ejemplo: desarrollo de actividades culturales
y recreativas a nivel comunal. Caminatas, arreglos de áreas verdes, artesanía,
deporte, manualidades, talleres de producción.
ü Policía Nacional
del Perú: A través de la Oficina de Participación Ciudadana de cada Comisaría
deberán continuar con las actividades que vienen realizando en la comunidad,
debiendo extenderse al interior de la Institución Educativa, mediante la
aplicación del manual de Promotores, donde tienen diseñado las actividades
educativas para padres y escolares.
ü Iglesias:
Participación a través de sus representantes en las actividades que involucren
la participación activa de los adolescentes y no dedicarse meramente a la
actividad religiosa.
BIBLIOGRAFIA
1. Rodríguez Sánchez,
Iris y otros, “Alcoholismo y Adolescencia Tendencias Actuales”, Cuba, Pág. 48 y
49
2. Extraído
de:
3.
Extraído
de:
4.
Extraído
de:
5. Extraído
de:
6.
Extraído
de:
7.
Extraído
de:
8. Extraído
de:
9. Extraído
de:
10.
Extraído
de:
11. Extraído
de:
12. Extraído
de:
13.
Extraído
de:
ANEXOS
RESULTADOS
DE LA ENCUESTA
En la encuesta que realice
a un sector de la población estudiantil del ISTP “Francisco de Paula Gonzales Vigil”, en total participaron 30
estudiantes, sus edades fluctúan entre
los 19 y 23 años, se seleccionaron seis
(06) preguntas claves relacionadas con el desarrollo del presente trabajo,
estas particularmente se caracterizan por ser preguntas de información e
intención; siendo los resultados de la siguiente manera.
1.
¿Bebe
licor en exceso?
En este caso se comprueba
que solo el 23% del total de los estudiantes encuestados bebe licor en exceso,
esto se debe a que tienen conocimiento sobre los efectos negativos del alcohol.
2.
¿Celebra
con licor todos los acontecimientos grandes o pequeños?
3.
¿Ha
notado que antes no se embriaga fácilmente y ahora se marea con poco licor?
4.
¿Ha
habido problemas entre usted y su pareja por causa del trago?
5.
¿Ha
tenido ganas de disminuir lo que toma?
6.
¿Le
ocurre en ocasiones que sin darse cuenta toma más de lo que pensaba?
[2] Extraído de: http://visionpsicologica.blogspot.com/2008/06/alcoholismo-qu-quieres-conseguir-con-el.html
[3] Extraído de: http://www.slideshare.net/guest5aad69/alcoholismo-en-el-perú.
[4] Rodríguez Sánchez,
Iris y otros, “Alcoholismo y Adolescencia Tendencias Actuales”, Cuba, Pág. 49
[5] Extraído de: http://www.slideshare.net/guest5aad69/alcoholismo-en-el-perú
[6] Extraído de:
http://www.monografias.com/trabajos55/apuntes-para-criminologia/apuntes-para-criminologia4.shtml
[7] Extraído de: http://www.slideshare.net/guest5aad69/alcoholismo-en-el-perú
[8] Extraído de:
http://www.congreso.gob.pe/comisiones/2001/justicia/ley27753.htm
[9] Extraído de: http://www.sansalvadordejujuy.gov.ar/sec_servicios/transito_transporte/ed_vial_alcohol_conduccion.php
[10] Extraído de:
http://www.monografias.com/trabajos55/apuntes-para-criminologia/apuntes-para-criminologia4.shtml
[11] Extraído de: http://psicologiajuridica.org/psj182.html
[12]Extraído de: http://www.medynet.com/elmedico/aula2002/tema5/alcoholismo6.htm
[13] Extraído de: http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/libros/psicologia/manual_psiquiatr%C3%ADa/cap-21.htm
[14]Extraído de: www.monografias.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario